Hirayama es un hombre que ha pasado los 50 años, un hombre que trabaja con la suciedad pública de Tokio y sin embargo se mantiene pristiño como una mañana de primavera. Hirayama se dedica a limpiar los baños públicos de los parques de Tokio. Sin más complicaciones el guion de la película gira alrededor de los días de Hirayama limpiando baños públicos. Todas las mañanas se levanta, sale a la calle para ir al trabajo, sube a su furgoneta, pone un casete de música de Lou Reed, de Van Morrison o de Nina Simone y se dirige con la mejor actitud, entre el tráfico mañanero de Tokio, a limpiar baños.
Pocas cosas alteran la vida de Hirayama, un día conoce a una amiga de Takashi, un veinteañero que le ayuda con la limpieza de los baños, otro día aparece una sobrina, hija de su hermana rica, otro día se encuentra al exmarido de la mujer que en un bar le sirve la cena y las bebidas. Todo en la vida de Hirayama es tratar de lidiar con el trabajo y los problemas sin que afecten sus días, los cuáles, procura, sean perfectos (Perfect Days).
Acaso esa podría ser un buen comienzo para aquellas personas que no han entendido de qué trata la vida. Wim Wenders nos muestra que hay que empezar el día con el propósito de que ese día sea perfecto. Si por alguna razón no lo es, eso no es excusa para que, al día siguiente, despertemos con la mejor actitud, como Hirayama, quien después de escuchar “Feeling Goog” de Nina Simone sabe que ese día tiene ser perfecto.