Hace unos días acusamos que el presidente, acorralado por su corrupción y por la de sus hijos, apretaría el puño en contra del periodismo independiente. Está muy molesto el presidente por los audios que se dieron a conocer en Latinus, donde se escucha la manera como Amílcar Olán, amigo de Andy López Beltrán y de Bobby, hacen negocio para los retoños. Cuando salió el primer video López Obrador trató de guardar la calma, el mismo Amílcar aseguró que no había más audios, que todo salió por culpa de un chofer que lo grabó y lo traicionó.
Pero siguieron saliendo audios que demostraban cómo la corrupción aumentaba. Señala el periodista Claudio Ochoa: “Cuando empezó el año y llegó la segunda grabación de Amílcar, ardió Troya. López Obrador estalló en cólera. Captó que Amílcar los había engañado y que había más material comprometedor. Exigió una revisión profunda en distintas oficinas como Sedena, Segob y hasta el gobierno de Tabasco. Le reclamó a sus hijos, no por la corrupción, sino por la falta de tacto. Que una cosa era supervisar y hacer negocio, pero otra atascarse”.
¿Qué va a hacer el presidente? ¿Ordenará que se acabe con la corrupción de Amílcar y de sus hijos? ¡Para nada! Como ya vimos en el caso de Azucena Uresti, López Obrador va a pedir la cabeza de los periodistas que difunden en sus medios la corrupción de sus hijos.
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