Los hijos traen honra o deshonra a sus padres, por sus hechos y por su forma de aplicar los valores que aprendieron en el hogar. Sin embargo, en muchas ocasiones, son los padres los que ponen el patrón de conducta que seguirán los hijos. Resulta muy sospechoso que tres hijos del presidente López Obrador anden metidos hasta las manitas en el tráfico de influencias. Primero se supo de José Ramón Beltrán, sus transas, enjuagues y trastupijes con Baker Hughes, compañía con millonarios contratos en Pemex.
Después nos enteramos de que también andaba en las mismas, Andy López Beltrán, quien se ha hecho millonario, con contratos que tiene su empresa con el gobierno del estado de Quintana Roo, el cual es gobernado por Mara Lezama Espinosa.
Y apenas en esta semana, también nos enteramos de que Gonzalo “Bobby” López Beltrán, hijo del presidente Andrés Manuel López Obrador, ha seguido los mimos pasos de sus carnales y ha hecho millonarios negocios con el Tren Maya. Todos estos casos, fueron expuestos por Carlos Loret de Mola. Por ese motivo, el ejecutivo federal llenó de improperios al periodista en su mañanera. Sin embargo, lo realmente preocupante, es que, en los tres casos, no los ha desmentido. ¡Vaya alcahuete!
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