Mostrando notable nerviosismo, Cuitláhuac García intentó acallar las rechiflas alzando la voz durante su discurso, sin embargo, no tuvo éxito. Con esta rechifla, queda de manifiesto el hartazgo de los burócratas y trabajadores de confianza del gobierno local, que son obligados y muchas veces acarreados, para apoyar los mítines de Morena.
Por su parte, el mandatario mexicano, se hizo como el Tío Lolo, tomó el micrófono y no hizo referencia a los abucheos que se escucharon en contra del gobernador, que hasta hace poco consideraba una bendición para los veracruzanos. Ni hablar, se siega lo que siembra.
