Mussio Cárdenas Arellano / Igor Rojí no le suma a Rocío Nahle. Si acaso, le acarrea un historial manchado por el Orfis y denuncias que le interpuso Morena.
Igor, el hijo político de Juan Manuel Diez Francos, el transformador de Orizaba, quien le heredó la alcaldía, hoy es fan de Rocío Nahle y borrego de Morena.
Acude al arranque de precampaña de la zacatecana en Coatzacoalcos, el 2 de enero. Se pavonea con “políticos” morenistas, la recua guinda de Cuitláhuac García, y otros que provienen del PRD.
Perdido entre la mancha pejista, el pequeño Igor Rojo apenas se notó. Veía el show de Nahle estilo priista, desde gayola, tras las vallas. Y los que deambulaban a su lado ni idea tenían de quién es el ex alcalde orizabeño.
Hizo una selfie como aquel que fue a turistear. Igor en primer plano; el estrado con la ex secretaria de Energía, la fallida constructora de Dos Bocas, al fondo.
Le tomaron foto con Zenyazen Escobar García, alias Tarzan Boy, el íntimo amigo del gobernador de Veracruz; con Manuel Huerta Ladrón de Guevara, ex delegado de Bienestar y amarrado senador, así pierda la elección Rocío Nahle; con Esteban Ramírez Zepeta, del que se dice que es líder estatal de Morena pero que en los hechos no representa nada pues sus mismos correligionarios lo tachan de espurio.
“Gracias por las atenciones y pongo a su disposición mi experiencia y conocimiento para seguir trabajando desde mi trinchera por México, por Veracruz y por Orizaba”, dice en el Feis don Igor Rojí, abriendo la puerta como aquellas que se autoinvitan a seguir en el carro de la Revolución.
Pues experiencia tiene Igor. Y conocimiento también. Lo han de recordar los orizabeños cuando le heredó la silla municipal Juan Manuel Diez para así continuar el proyecto que habría de convertir a Orizaba en la ciudad más bella, pintoresca, pujante y de desarrollo avasallador de todo Veracruz.
Lástima que terminó a los trompicones. Se le hicieron bolas los números y fue a una contienda por la diputación federal y Morena le ganó. Y ahora se une a los que lo hicieron morder el polvo.
En 2019, el Órgano de Fiscalización Superior le observó presuntas irregularidades por “18 millones 525 mil 195 pesos; en 2020, el monto de lo pendiente de justificar, según la Cuenta Pública, es de 10 millones 59 mil 329 pesos; y para el 2021 el monto observado es de 14 millones 50 mil 329 pesos”, según información de Isabel Ortega en el portal la Silla Rota.
La bronca financiera de Igor Rojí es de 42 millones 634 mil 853 pesos, “aunque no existe ninguna denuncia penal formal por el mal manejo de los recursos públicos, como ocurrió con otros Ayuntamientos y exalcaldes”, refiere Isabel Ortega. Y de pronto se va del PRI y brinca a Morena.
Se lame las heridas de una elección, la de 2021, en que la secta pejista le abolló la corona. Jugó por la diputación federal en el distrito de Orizaba y Dulce María Corina Villegas Guarneros lo venció por sólo mil 100 votos.
Judicializó la elección. Se fue a los tribunales. Contaron los votos y los volvieron a contar y no pudo revertir el resultado.
Al terminar diciembre de 2023 dijo adiós al PRI, acusando falta de atención de la dirigencia estatal, espacios cerrados. Le negaron su cuota.
“Ante esta falta de transformación del partido —dijo—, el cierre de las puertas en muchas actividades y la nula capacidad de diálogo de nuestros líderes para lograr seguir trabajando por México, por Veracruz y por Orizaba, hago de su conocimiento con carácter de irrevocable mi renuncia definitiva como militante del Partido Revolucionario Institucional”.
Fueron 39 años de militancia, desde los 18 años, y se va acusando “cierre de puertas”. ¿No le bastó una alcaldía y una candidatura a diputado federal?
Eso fue el 30 de diciembre de 2023. Tres días después, el 2 de enero, ya andaba en el mitin vacío de Rocío Nahle, tras las vallas, ignorado por un morenismo que no sabe quién es.
De ser un buen alcalde, Igor Rojí terminó en un mal pepenador.
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