Al parecer, el magisterio mexicano oficialista, subyugado por el SNTE, ya es el brazo fuerte de la transformación chaira. Después de la salida de Juan Díaz de la Torre, su aprendiz Alfonso Cepeda, inmediatamente rasgo sus prendas de vestir, se puso ceniza en la cabeza y comenzó a implorar la venia del inquilino de palacio nacional. Y es que, conociendo lo desconfiado que es el ejecutivo federal, este no quiso poner al frente del SNTE, a la maestra Elba Esther Gordillo, mujer, no solo llena de contactos políticos, sino también de artimañas políticas. Por eso dejó que un títere como Cepeda Salas le besara la mano.
A unos meses 10 meses de su partida, el presidente sabe que viene el cambio de dirigencia en el SNTE, sabe que a su pupila le conviene tener bien sujeto y medido al coahuilense, Alfonso Cepeda. Con él, hay garantía de un magisterio sumiso, cobarde, pero, sobre todo, bien controlado.
Sin embargo, los líderes que podrían dar la pelea por una nueva dirigencia, están con las hachas enterradas, están agazapados, están a la espera de los tiempos. Saben que será muy difícil despertar a un magisterio, que se encuentra acurrucado en un sofá de confort, disfrutando de las pírricas migajas que le da 4T.
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