Él iba en su motocicleta cuando de pronto unos delincuentes lo llenaron de plomo. Al juvenil, en el pasado, elementos de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC) lo habían atrapado tres veces, pero siempre lo dejaron libre; su minoría de edad lo ayudaba.
En sus redes sociales presumía su vida y los lujos que se daba como ratero. Sin embargo, poco le duró el gusto. Familiares y amigos lo despidieron con mensajes como el siguiente: “Buen viaje mi carnal, allá arriba nos veremos. Pinche Cachetes”. El poder que le daban las armas y las personas con las que de juntaba sólo le otorgaron un pase al cielo, o al infierno.