Seis veces ha visitado López Obrador el puerto de Acapulco, todas esas veces de pura pasada. El día que viajaba a San Francisco al foro de la APEC pasó al aeropuerto de Acapulco y con la misma se retiró. Esta última vez dio su conferencia mañanera desde una base militar y después hizo un recorrido por la bahía en barco, custodiado por barcos de la Marina. Pero ni una de esas seis veces ha recorrido las calles de Acapulco, las avenidas, la zona turística devastada, los hoteles, las colonias.
Dice que tiene miedo de que le mienten la madre, de que le manden provocadores. La verdad es que al presidente los acapulqueños no le importan, porque si los acapulqueños le importaran los apoyos ya hubieran llegado a los más necesitados, quienes si tienen razones para mentarle la madre.