Y qué decir del alcalde de Misantla, Javier Hernández Candanedo, que lo hizo padrino del pocito de Nacaquinia, quien mandaba pintar murales con el rostro redondo de su ídolo, murales que espantaban a los niños. Otro que también llora la derrota de su padre putativo es Marcos isleño, alcalde de Medellín de Bravo, quien presumía en sus redes sociales su abyecta sumisión al afrodescendiente. Pero no sólo son ellos, decenas de alcaldes se quedaron en la orfandad, pues ya no tienen quien los proteja de sus tropelías. Entre ellos está el alcalde de isla, Gustavo Torres, el alcalde de José Azueta, de Tlacotalpan, de Cosamaloapan, el de Yanga, la alcaldesa de Omealca, la de Chacaltianguis, León Sánchez alcalde de Alpatlahuac, quien por cierto decía que iba a ser diputado porque se la prometió Cisneros. Otros alcaldes que también lloran su orfandad son los de Coacoatzintla, Tepetlán, Tlanehuayocan, Acajete, Rafael Lucio, Jilotepec, Acultzingo, la alcaldesa de Mixtla, Papantla, Álamo, Tamiahua, el de Ozuluama, el de Panuco, el de Chontla, el alcalde de El Higo.
El de Cazones, Zacualpan, Totutla, Paso del Macho Miahuatlán, Xico. Y muchos más que se le rindieron al Bola 8 y que ahora se dan cuenta que todas las promesas que les hizo el facineroso Bola 8, junto con todo el dinero que le aportaron, se esfumó como el humo. No les extrañe que esta bola de “huelepedos” al rato esté pidiendo “chichi” a la zacatecana Rocío Nahle. Allá ella, quien ni siquiera se da cuenta de que la ponen al lado de pederastas como el tal Celestino Rivera.