Carlos Juárez Gil se la pasó en la subsecretaría de Gobierno de Veracruz abajo del sobaco de Éric Cisneros Burgos; el Bola 8 no lo dejaba hacer nada. De hecho, si usted realiza una búsqueda en Google sobre este personaje, no encontrará gran cosa, apenas algunas menciones, pero nada de un gran trabajo, de actividades importantes. Vale señalar que la presencia del Bola 8 en la Secretaría de Gobierno era inmensa, corpulento, de gran redondez, el secretario de Gobierno lo abarcaba todo. Él ponía y quitaba a las damas a su antojo; ponía y quitaba empleados a su antojo. El personalmente se encargaba de amagar a los alcaldes, de negociar con ellos, de “extorsionarlos”.
Carlos Juárez Gil estaba en la subsecretaría como adorno. Ahora nos damos cuenta de eso. Cuando el sujeto, hoy encargado de la oficina de la Segob, acudió a dialogar con los manifestantes que levantaron casas de campaña en los bajos del Palacio de Gobierno, nadie lo peló; no faltó quien pensara que era guarura de algún funcionario de nivel.
Los familiares de desaparecidos, a quienes la Fiscalía del estado toma como una molesta ladilla, no quieren dialogar sino es con el gobernador Cuitláhuac García. Y no porque crean que el gobernador va a solucionar sus problemas. Lo quieren para espetarle en la cara su ineficiencia, la falta de cumplimiento a sus promesas.
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