En las elecciones de 2006, después de 5 años de inactividad, el subcomandante Marcos sacó la cabeza para irse en contra del candidato presidencial de la izquierda, que entonces era Andrés Manuel López Obrador. Ese gesto fue traducido por muchos como una traición. Y así, cada 5 o 10 años el subcomandante reaparece para decir que sigue vivo, quizá porque sabe que muchos ya lo dan por muerto. Su movimiento no llevó a nada, en Chiapas estuvo muy conforme con el gobierno del güero Velasco, de los saqueos y corrupción Marcos no dijo nada. En los últimos meses el crimen organizado se ha apropiado de varias poblaciones en Chiapas, hasta los han obligado a dejar sus comunidades y a recibirlos como héroes.
De eso no dice nada el subcomandante Marcos, quien ridículamente se cambió el nombre a Galeano, por Eduardo Galeano. Entrevistado por la revista Proceso, Marcos resucita, pero ya no bajo el disfraz de luchador social, sino en su papel de Nostradamus. En un apocalíptico discurso Marcos dicta: «Vienen muchas desgracias, guerras, inundaciones, sequías, enfermedades, y en medio del colapso tenemos que mirar lejos. Si los migrantes ahora son miles, pronto serán decenas de miles, después cientos de miles. Vienen peleas y muerte entre hermanos, entre padres e hijos, entre vecinos, entre razas, entre religiones, entre nacionalidades. Arderán las grandes construcciones y nadie sabrá decir por qué, o quién, o para qué. Aunque parece que ya no, pero sí, se va a poner peor».
Pero de su lucha nada, porque al final todos nos dimos cuenta que lo suyo, lo suyo es la simulación.
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