Señala el periodista Salvador García Soto: «Las camionetas, autos o transporte de carga son obligados a detenerse, bajan a los conductores y acompañantes, revisan las despensas y ayuda que llevan y les dicen que ‘vas a tener que dejarnos todo, sólo las Fuerzas Armadas y el gobierno federal pueden repartir la ayuda a los damnificados’». Es una orden del presidente López Obrador, sólo el gobierno federal, en este caso el Ejército, puede entregar ayuda a los damnificados.
Señala el columnista de El Universal: «Pero lo más grave aún, es que López Obrador, con esa orden al Ejército y la Guardia Nacional, para monopolizar y centralizar toda la ayuda que fluya hacia Acapulco y demás municipios afectados, se está metiendo con algo que ya es parte de la idiosincrasia de los mexicanos contemporáneos y que, a partir de los sismos de 1985 en la Ciudad de México y otros estados, se convirtió en una costumbre y una solidaridad natural que lleva a los mexicanos a empatizar y tratar de ayudar con los connacionales que sufren algún tipo de desastre natural o humano». Señor presidente, cómo puede usted ser tan miserable.