Jorge Flores Martínez / Puedo entender muchas cosas, algunas con mis reservas y otras con el esfuerzo de dar espacio a un punto de vista diferente. No me cierro a ver las cosas desde otra perspectiva, reconozco que muchas veces me he equivocado y en otras más he reconsiderado mi posición y opinión sin mayor problema.
Hace unos años me consideraba de centro izquierda, ahí estaba cómodo con mis principios y posturas políticas. El tiempo pasó, ahora puede ser que me consideren de derecha, algunos me han dicho que de extrema derecha y facho. Lo raro es que yo sigo pensando de la misma forma, es poco lo que me he desplazado, y creo que mucho se ha movido a los extremos, se ha confundido y desdibujado cualquier posición política, al grado que ahora es irrelevante ser de izquierda o derecha.
Nunca me han gustado los militares y opino que deberían disminuirse a su menor expresión posible y tener el mínimo contacto con los civiles. Tampoco me gusta que la iglesia tenga activismo político y quiera imponer su agenda. No me gusta la simulación democrática donde el fraude, la trampa y el engaño sean el discurso electoral ganador.
No me gustan ni me gustaron nunca los trovadores cubanos con su cantar a un régimen sin libertades para su pueblo. No me gusta mucho del muralismo mexicano que parece propaganda política e ideología de estado en el arte. Tampoco me gustan las dictaduras, sean de derecha o de izquierda, las dos son despreciables.
Me encabrona mucho la corrupción de nuestros políticos y la falta de valor ciudadano para señalarlos como los rateros que son. No soporto el vínculo de nuestros servidores públicos con la Delincuencia Organizada, ellos son los verdaderos responsables del infierno que vivimos en nuestro país.
No me gustan los fanáticos religiosos, sean de la religión que sean. Estoy convencido que nuestras creencias son un asunto estrictamente personal y nadie ni nada debe imponernos ninguna. Es más, me molesta cuando el presidente hace citas bíblicas o lecturas de los evangelios en sus mañaneras.
Estoy convencido del derecho de las comunidades LGTB a hacer lo que mejor les parezca con su sexualidad. No me importa cómo se perciban o que les guste o no les guste. Mucho de los géneros no lo entiendo, me rebasa, pero intento comprenderlo con respeto y tolerancia. Claro, en competencias me parece una ventaja que un hombre biológico compita como mujer, posiblemente hasta un riesgo. No me gustan los cupos por género, pero los acepto como de momento ser la única forma de acceder a posiciones de poder o representación.
Me es intolerable que abusen sexualmente de menores, creo que es un crimen que debe ser castigado con mucho más rigor. Me preocupan los tratamientos de cambios de sexo en menores de edad. Pero reconozco que es un tema extraordinariamente complejo que requiere de valoraciones de profesionales serios y competentes y no de la opinión ignorante como la mía.
Yo liberaría las drogas totalmente, es una guerra perdida de antemano. No hay forma de prohibir su venta en un mercado multimillonario de consumidores y proveedores. Posiblemente lo único
que se pueda hacer es educación y mucha información a los jóvenes. Del aborto mi postura es que la mujer tiene el derecho a decidir sobre su cuerpo, todo lo demás debe mantenerse en lo estrictamente personal.
No me gustan los políticos autoritarios y gritones. Me molesta mucho que un presidente, gobernador o representante insulte al que piensa diferente. No tienen derecho a insultarnos, por el contrario, tienen la obligación de defender nuestro derecho a pensar distinto a ellos. Estoy convencido que un ciudadano puede hacer todo lo que no le esté prohibido, pero un funcionario solo puede hacer lo que la ley le permita.
No me gustan los políticos que destruyen la democracia ni los que no aceptan derrotas electorales. No me gustan los gobiernos que reprimen a sus ciudadanos o les administran sus libertades. No quiero cartillas de racionamiento o escases de alimentos y servicios.
Me gustan las sociedades que premian el mérito y el esfuerzo de sus mejores hombres y mujeres. Soy un creyente de las libertades y del derecho de todos a una buena educación y el acceso garantizado a la salud. No soporto al racista y desprecio cualquier clasismo, venga de quien venga.
Estoy totalmente convencido que la única forma de salir de la pobreza es la educación. Deberíamos invertir mucho más dinero en nuestros jóvenes. Mejores preparatorias con instalaciones deportivas de excelencia y universidades sin tanta ideología estupidizante.
No me gustan los fanáticos que quieren imponer sus creencias políticas, religiosas o morales a los demás. Tampoco me gustan los fanáticos que les parece bien salir a matar a todos los que no piensan como ellos.
Yo no sé si sea de izquierda o derecha, dicen que ya perdí el centro y soy un radical.
No lo creo, sigo pensando muchas cosas de la misma forma que hace muchos años.
Es posible que muchos de los que me han acompañado en la vida se hayan corrido tanto a un extremo que ahora mi posición les parece insoportable.
O simplemente lo que les parece insoportable es que yo me haya mantenido en la posición que antes compartíamos.
Y no, no me gusta la trova cubana. Mil veces prefiero a los Rolling Stones que escuchar Mi Unicornio Azul.
Tampoco me gustan los terroristas fanáticos religiosos que matan gente inocente.
Así que ubíquenme donde quieran. Yo estoy donde siempre he estado. Ahí me encuentran.