Edgar Hernández* / La oposición de plácemes.
Mientras el Cuícaras enseña el camarón salpicado con salsa, Roció Nahle se derrumba.
Es la herencia de Cuitláhuac García. Es la resultante de un mandato a capricho, plagado de desaciertos, corruptelas y malos modos; un gobierno de mentiras e improvisaciones.
Ello, a la vuelta de un lustro y rumbo a la sucesión gubernamental, permitió que se abrieran las compuertas de la destrucción del partido en el poder.
Hoy Morena libra una batalla campal en donde la lucha es de todos contra todos. No hay autoridad que imponga el orden y los golpes bajos están a la orden del día.
Mientras Nahle, como es su costumbre, se muestra huidiza, imprecisa, arrogante y solitaria.
Persiste en mantenerse abrazada a la endeble fuerza de Cuitláhuac García a sabiendas de que por sí misma carga con el repudio veracruzano por su oriundez -creo que es de Zacatecas- y su mala fama de corrupta.
Hoy sus mejores aliados, el Bola #8 y Manuel Huerta, los de los votos comprados con amenazas y programas de bienestar, se han convertido en sus peores enemigos.
La crispación política ha obligado incluso a López Obrador a realizar una visita emergente -so pretexto de un evento cívico en Perote- para tratar de calmar las aguas.
Los ánimos, sin embargo, están muy caldeados y no se observan visos de arreglo en esta disputa de tres -Gutierritos no cuenta- por la gubernatura.
Esa es la razón principal por la que la zacatecana no quiere renunciar a la Secretaría de Energía. Solicitó licencia por si se le cae la nominación a sucederse en los próximos días.
Y es que ni con las encuestas internas cuchareadas es posible garantizarle la candidatura -ellos le llaman de otra forma- ya que en la consulta a las bases estarán avispados los opositores para no permitir lo que sucedió, proporción guardada, con Marcelo Ebrard.
Los que siguen serán días de mucha expectación ya que, si en una de esas se le cae a la zacatecana, emergerá Eric Cisneros y entonces sí “¡se van a chingar!” todos aquellos que lo han estado jodiendo, entre ellos el más importante operador de Nahle, Juan Javier Gómez Cazarín.
Mientras la oposición aguarda los tiempos de la definición, también a sucederse en breve. Hay confianza en el repunte al capitalizar, sin duda, la división interna opositora.
Hay confianza además en que se alcance el principio de unidad y disciplina en torno a quien en este momento encabeza la preferencia ciudadana, según las encuestas hechas públicas -y también las privadas-.
Y como el juego es vencer o morir, no habrá de otra más que alcanzar la unidad partidista que de entrada garantizará -en votos- la victoria el 3 de junio del 2024, tal como se mostró en la elección intermedia.
En ese escenario la pregunta obligada es, por tanto, ¿Caerá la zacatecana?
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo
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