Hasta hace unos años las peleas de Saúl, el Canelo Álvarez, generaban gran expectación. Se anunciaba en los bares que ahí se podía ver la pelea, se anunciaba el pago por evento se ponían de acuerdo los amigos para reunirse y ver la pelea. Pero conforme muchos se han dado cuenta de que las peleas del Canelo están más que arregladas, a mucho ya les da hueva verlo ganar y ganar contra bultos que sólo se dejan golpear y que en algún momento comparten con él algunos intercambios de golpes.
Esta vez el Canelo defendió los cuatro títulos supermedianos ante Jermell Charlo, quien logró aguantar los doce rounds. Señala la crónica de El Universal que el triunfo del Canelo fue, otra vez, un triunfo gris, «el nocaut no apareció como prometió el Canelo, aunque él manifestó alegría en el ring, dejó ver en su rostro tras el campanazo final que quedó a deber con él mismo y con la afición porque sus rivales empiezan a detectar como aguantarlo toda la pelea».
El Canelo, lo sabe él y lo ignoran sus fans, es un producto caro de la mercadotecnia barata. Pero no faltan incautos que sigan creyendo en su “grandeza”.
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