En la denuncia, los padres de familia señalan que este tipo de prácticas promueven a que la violencia se normalice y lo más preocupante es que todo lo hacen sin dar aviso a los tutores; de hecho, una de las condiciones para participar en las prácticas es no llevar teléfonos celulares, para que nadie grabe nada. Desde que los padres de familia descubrieron este tipo de prácticas optaron por sacar a sus hijos de la institución para inscribirlos en otra escuela.
Ante la situación, los padres relatan que todo parece como si en la escuela en vez de enseñarles valores y una buena educación los entrenaran para convertirse en sicarios. Como si en lugar de ser una escuela en donde se fomente la educación fuera un lugar de adiestramiento militar.
