Al más viejo estilo priista, donde predominaba el añejo presidencialismo y el dedazo, el presidente Andrés Manuel López Obrador no niega la cruz de su parroquia, y señala con si dedo flamígero como candidato a la gubernatura del estado de Tabasco, a su amigo, Javier May, quien renunciará al Fondo Nacional de Fomento al Turismo tras haber encabezado las construcciones del Tren Maya.
Ya antes bajó a Zoé Robledo, encargado del seguro social, de sus pretensiones de competir por la gubernatura del estado de Chiapas y tenga por seguro que será él, quien determine quién será el bueno, para la Ciudad de México.
De modo que, mientras conserve el poder como ejecutivo federal, seguirá quitando y poniendo candidatos como figuras de ajedrez. ¡Total!, como dijera el malogrado Tío Fide, «está en la plenitud del pinche poder».
Comentarios