Los programas sociales del gobierno de la Cuarta Transformación, becas, apoyos al campo, a los jóvenes construyendo el futuro, becas a los estudiantes y pensiones a los adultos mayores sólo maquillan la pobreza que, como un perro negro, se ha apostado en las cuatro esquinas de este país. Pero la realidad es que en México sigue habiendo mucha, mucha pobreza. En un país de 126 millones de personas, es vergonzoso que todavía haya 46.8 millones de pobres; 9.1 en pobreza extrema.
Si a eso sumamos que entre esa población pobre el acceso a la salud es casi nula y la educación una utopía, podemos suponer que con el paso de los años esos pobres seguirán siendo pobres; pobres mantenidos por los programas sociales de un gobierno irresponsable Otro gallo cantaría si los que salieron de la pobreza lo hicieron porque encontraron trabajo o un mejor trabajo.
Trabajo gracias a que el gobierno creó las condiciones favorables para obtenerlo. Pero no, los 8.9 millones que presume López Obrador dejaron de serlo, son los que han recibido más apoyos de sus programas sociales; una sangría que tienen al sistema de salud y a la educación de rodillas. Un círculo vicioso que mantiene en el tercer mundo a México.
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