Bernardo Gutiérrez Parra / Esta semana le fue súper en las encuestas al presidente López Obrador; súper, súper, súper. Mejor que en su mejor época. Y es que la encuestadora Mendoza Blanco & Asociados le otorgó un 84 por ciento de aceptación, lo que hizo que se levantaran casi todas las cejas del país, porque ese porcentaje está por encima del 79 por ciento con el que llegó a la presidencia y fue su pico más alto.
El tabasqueño dijo en su conferencia del miércoles que la encuesta es un ejemplo de que la gente sigue apoyando la transformación a pesar de la campaña “ridícula y vulgar” en su contra. “La gente es mucha pieza, el pueblo es sabio. Eso es lo que no quieren aceptar los de la oligarquía, sus voceros y sus intelectuales orgánicos”.
Y este jueves siguieron las buenas noticias.
Nuevamente en su mañanera mostró la encuesta de la empresa Morning Cónsul, que lo ubica como el segundo mandatario con mayor aprobación en el mundo, luego de que la semana anterior fuera desplazado por Alain Berset, de Suiza.
“Ya ven que hoy vine también como ayer, presumido, presumido, relajado, relajado, y ya de nuevo estamos en segundo lugar a nivel mundial. Nos había desplazado el primer ministro de Suiza y ya estamos en segundo lugar con 64 por ciento de aprobación”, dijo.
Pero…
Cuando a un presidente le importa más su popularidad que su país y presume de estar “relajado, relajado”, cuando el país que gobierna está con el agua hasta el cuello, algo no anda bien en la pisque de ese presidente.
A López Obrador le obsesionan las encuestas y es lo primero a lo que se asoma por las mañanas antes de que su equipo de seguridad le dé a conocer el reguero de muertos y la cantidad de asaltos, desaparecidos y secuestrados del día anterior. Las encuestas le levantan el ánimo y más si son como la de Mendoza Blanco & Asociados, de la que tengo la sospecha de que aparte de cuchareada estuvo bien billeteada. Pero es solo sospecha.
Mientras el señor celebraba, fueron asesinadas 144 personas, (76 el miércoles y 68 el jueves) que se sumaron a las más de 160 mil en lo que va del sexenio y que por obvias razones no se unieron al festejo.
Además, sigue el desabasto de medicamentos y las muertes de niños con cáncer como consecuencia de ese desabasto, sigue creciendo el desempleo y el número de pobres, siguen los ataques presidenciales contra los movimientos sociales y adversarios políticos. Siguen sus afrentas contra periodistas, médicos, maestros, familiares de personas desaparecidas y colectivos feministas. Y el sector salud sigue siendo un desastre.
Sigue el ecocidio en la península de Yucatán por el Tren Maya, sigue sin funcionar Dos Bocas, sigue semiparalizado el AIFA, sigue inundándose en AICM y siguen las mentiras.
Con varios estados hechos un caos por la violencia desatada (vehículos incendiados, ataques con drones, balaceras, masacres y secuestros) el presidente tuvo la indecencia de decir en una de sus mañaneras: “Nunca se ha desbordado la violencia desde que estamos (en la presidencia). Hay paz y tranquilidad en nuestro país”.
En síntesis lector, el país se está cayendo en medio de una pésima administración que ha provocado carencias y más violencia, pero López Obrador está feliz porque una encuesta lo tiene con el 84 por ciento de aceptación y está rankeado como el segundo mejor presidente del mundo.
Caray qué bonito.
Aunque más kafkiano el escenario, imposible.
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