Los libros de texto gratuitos van porque van, no importa que éstos sean cuestionados por especialistas y maestros. Lo que importa es complacer al inquilino de Palacio Nacional. Sin embargo, el tema es un frente de ataque más para el presiente López Obrador. Por un lado, están los padres de familia que buscan proteger a sus hijos de ideas liberales sobre la inclusión, que podrían rayar en la permisividad. Y, por otro lado, están los maestros y especialistas que han detectado notorias ausencias de rigurosidad pedagógica en las páginas de los nuevos libros de texto.
Es cierto que algunas organizaciones obtuvieron un amparo de un Juzgado de Distrito para evitar su distribución porque no se discutió su contenido, no obstante, tanto la titular de la Secretaría de Educación Pública, Leticia Ramírez, como el presidente aseguraron que la distribución no se detendrá, agregando a su ya larga lista otro desacato más.
De modo que los grupos magisteriales, incluyendo a la Coordinadora Nacional, ya tiene pretexto legítimo para salir a protestar a las calles, a menos desde luego que el Gobierno Federal los compre con negociaciones de doble filo.
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