Al respecto, Abel Barrero, director del Centro de Defensa de Derechos Humanos de La Montaña Tlachinollan, declaró: «Estamos jugando con fuego, poniendo en riesgo la estabilidad política, que está sostenida con alfileres. El grave problema es que las campañas están financiadas por los grupos del crimen. Ese es el problema. El dinero de la delincuencia se ha metido en las campañas. Al meterse a las campañas automáticamente ya estás pactando, poniendo en bandeja de plata al ayuntamiento y los cargos públicos, y en ese momento la autoridad o el presidente municipal que está como candidato queda supeditado, cooptado. Hay pactos diabólicos, pactos siniestros que ponen en riesgo la tranquilidad, la convivencia entre los ciudadanos».
Los cárteles pusieron dinero y ahora lo están cobrando con intereses. El ejemplo más claro de esto fue la reunión de la alcaldesa de Chilpancingo con el líder de Los Ardillos. Ah, pero el presidente López Obrador dice que no vivimos en un narcoestado. ¡Cómo no!