López Obrador le dijo a Vicente Fox en la contienda electoral de 2006, cuando el entonces presidente se metía constantemente en la contienda electoral: «¡Ya cállate chachalaca!» Ese exabrupto se magnificó, mostrando a López Obrador como el rijoso que ahora es. Millones de mexicanos quisieran decirle lo mismo al presidente López Obrador quien insiste en su desgastado discurso: «El tema de los conservadores y sus medios es el de exaltar todo los relacionado con la violencia, como si fuese lo mismo de antes y como si no estuviésemos nosotros todos los días atendido este problema que heredamos de gobiernos corruptos que estaban vinculado con la delincuencia organizada porque existía un narcoestado en la época de Calderón y eso no se dice».
Cómo no hablar de un narcoestado si ellos mismos, de manera tácita, lo reconocen. Rosa Icela Rodríguez, al justificar que el gobierno no hubiera actuado en contra de los manifestantes en Chilpancingo, reconoció que Los Ardillos obligaron a los pobladores de varias comunidades a apoyarlos en la violenta manifestación en la que tomaron presos a policía, robaron un camión rhino para golpear el portón del palacio de gobierno.
Un grupo criminal que obliga a miles de pobladores y el gobierno no hace nada al respecto. Eso es un narcoestado. Así como los obligan a manifestarse, los obligaron a votar por Morena y ahora Los Ardillos quieren su recompensa.
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