“Dos Bocas”, una refinería patito; Nahle, una candidatura impuesta

Andrés Manuel López Obrador y Rocío Nahle FOTO: WEB
- en Opinión

Edgar Hernández* / A unos días de que se inaugure por segunda ocasión “Dos Bocas” asoma la sombra de la sospecha en torno a la legalidad del primer litro de gasolina que arroje tras una inversión de 287 mil 200 millones de pesos.

Han sido tantas las informaciones y versiones confusas en torno a que los brillantes tubos de la Refinería siguen impecables y que sólo se está alimentando artificialmente un ducto para dar la impresión, el día de la reinaguración, que es el arranque de los 340 mil barriles diarios que producirá ese complejo.

Por lo pronto, fotografías y videos, reales o no, dan cuenta del ingreso de pipas con crudo que solo mueven a la sospecha. Sobre todo, uno que, luego de incendiarse y explotar, corrió el maquillaje del montaje de un presunto tongo oficial.

La Secretaría de Energía ha guardado silencio.

De hecho, siempre lo hace. No da cuenta cuando se inunda, ni cuando suceden accidentes con los trabajadores, como tampoco se atreve a aclarar a cabalidad el disparo del costo del proyecto que de origen se presupuestó en 120 mil millones de pesos.

El presupuesto de Dos Bocas contrastó con la compra de la Refinería de “Deer Park”, en Texas, que adquirió el gobierno de López Obrador a costo de 596 millones de dólares.

Es que ¿No hubiera sido mejor comprar otra ya terminada o reparar las viejas refinerías que empezar de cero una nueva?

Siendo ello gravísimo, no menos importante es el reclamo ciudadano, de los representantes populares y sectores de opinión que de manera repetida han denunciado señalada corrupción en la Secretaría de Energía.

En el proceso de construcción de Dos Bocas salieron a flote el nepotismo y el amiguismo en la preferencia de contratos sin licitación en donde, en todo momento aparece el nombre de Roció Nahle y su familia.

Para Palacio Nacional, y su huésped, sin embargo, no pasa nada. Por el contrario, le tienen preparado a la Nahle un premio mayor, un regalo máximo: la gubernatura de Veracruz para la zacatecana que ordenó incluso modificar la Constitución de la entidad para acomodar la legalidad de su candidatura.

Ni en el cielo estaría mejor esta robusta dama.

Es así que Morena y su mesías, siempre creyendo que los veracruzanos no nos damos cuenta o somos tontos, pretende de nueva cuenta atentar contra nuestro futuro.

Y es que, si la Nahle arrastra un pasado ominoso ¿por qué ahora, cuando sea la gobernadora de 8.5 millones de veracruzanos, tendría que ser honesta?

¿Por qué no dispondría a su libre albedrío -tal vez no muy legal- de los 130 mil millones de pesos anuales que tiene de presupuesto Veracruz?

Quizás en unos días más, el primero de julio, se consume la tomadura de pelo del sexenio con la segunda inauguración de la Refinería de Dos Bocas, pero más temprano que tarde la ciudadanía, la opinión pública, los sectores públicos y los consumidores habremos de enterarnos que todo fue una engañifa.

Y una farsa de ese tamaño difícilmente será pasada por alto en las urnas.

Tiempo al tiempo.

 

*Premio Nacional de Periodismo

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