Los jueces de Veracruz son unos cobardes. En lugar de doblegarse ante la represiva estulticia de este gobierno, los jueces del Tribunal Superior de Justicia de Veracruz debieron unirse y dar la espalda a las medidas draconianas de Cuitláhuac García. Pueden meter a un juez a la cárcel, a dos o quizá a tres, pero no los pueden meter a todos. Pero en las escuelas de abogados no se imparte la materia de “Valentía”. Muchos de esos jueces que se doblegaron, están más acostumbrados a la complacencia con el gobierno por eso no les costó trabajo doblarse; otros debieron resistirse más, pero les faltó valor para protestar. No recordaron las palabras del pastor protestante Martin Niemöller: «Cuando vinieron a llevarse a los judíos, no protesté, ya que no era judío, Cuando vinieron a buscarme, no había nadie más que pudiera protestar».
La valentía se mama con la leche materna, no se aprende, pero la valentía se fortalece cuando se tienen principios y valores, cuando la ética está por encima de cualquier miedo, de cualquier interés. En su cobardía olvidan los jueces que la justicia, la verdad y la libertad son ideales que se deben defender. Citando de la película de los Wachowski, V de Vendetta: «Yo he visto el poder de los ideales. He visto a gente matar en su nombre y morir defendiéndolos».
Ya lo dijo el ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha: «La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad, así como por la honra se puede y debe aventurar la vida». Pero ustedes, señores jueces veracruzanos, por su cobardía, han despreciado la libertad de una de las suyas, la jueza Angélica Sánchez. Las generaciones de abogados que los precedan, señores jueces, recordaran con vergüenza sus rostros de azoro.
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