Se acuerda usted del presidente de México que viajaba en vuelos comerciales, porque no quería ser como los otros presidentes, que tenían flotillas de aviones para ellos, flotillas de helicópteros a su servicio. No contaba López Obrador con dos cosas. Primero, el repudio que muchos pasajeros le mostrarían al tenerlo como compañero de viaje. En varias ocasiones las personas que viajaban en el mismo avión que él lo mandaron al diablo.
En segundo lugar, no contaba López Obrador con sus problemas de salud. Tal vez por eso, para evitar el repudio de algunos mexicanos y por el miedo que una crisis de salud lo agarre en un avión comercial, es que el presidente ha preferido ser como los otros, tomando a su disposición una flotilla de aviones del Ejército.
Revela Latinus que el presidente optó por una flotilla de lujosas naves; son 8 los jets ejecutivos los que el presidente utiliza. En sus últimos viajes, junto con su comitiva, el presidente ha viajado a todo lujo. Es decir, López Obrador ha pasado del «al diablo las instituciones» al «al diablo la austeridad».
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