Sobre las aprehensiones arbitrarias todos conocemos el caso de los tres jóvenes que fueron acusados de agredir a los policías en la Plaza del Tejar; está también el caso de José Manuel del Río Virgen, el caso de Rogelio Franco y recientemente el de la jueza Angélica Sánchez, a quien torturaron y sembraron pruebas. Todo esto que está ocurriendo en las narices del gobernador de Veracruz, quien sospechosamente, como dice él, cubre con el manto de la impunidad a los policías que fabrican pruebas en contra de sus adversarios, es lo mismo que ocurría en los tiempos de Javier Duarte.
Sobre esta situación el periodista Pascal Beltrán del Río anota: «Es cada vez más evidente el desgobierno en Veracruz. García Jiménez puede confiar que por ahora lo sigan protegiendo en la Ciudad de México, pero llegará el momento –porque así es la política– en que ya no le resultará útil a quienes hoy lo solapan. Entonces, a ver quién le quita de encima el recuento de esas infamias». Javier Duarte se sintió intocable, como intocable se siente Cuitláhuac García; pero el tiempo pone a cada uno en el lugar que merece.