Sergio González Levet / El 6 de febrero de este año ocurrió un terremoto que afectó seriamente a Turquía y a Siria. Tuvo una magnitud de 7.8 en la escala de Richter y una intensidad extrema de XII en el modo de medición de Mercalli. Fue el segundo más fuerte en la historia de esa región, que se ubica en la frontera entre Asia y Europa, pues sólo se le comparan el de Erzican en 1939 de la misma magnitud y uno consignado como de enorme magnitud en Anatolia del norte en 1668.
Hasta el 10 de marzo, se habían registrado más de 59 mil muertes: 51 mil en Turquía y 8 mil en Siria. La lista de heridos fue de 115 mil en los dos países, y más de 4 millones de edificaciones resultaron afectadas.
Fue un terremoto mortífero que afectó grandemente, y por eso los gobiernos de los dos países afectados solicitaron la ayuda internacional.
La tradicional solidaridad de México no se podía quedar atrás, y de inmediato se organizaron lugares de acopio para que los ciudadanos del pueblo bueno y honrado acudieran a aportar sus donativos en especie. Miles, decenas de miles pusieron su granito de arena en ayuda de los hermanos en desgracia.
El Gobierno de la Ciudad de México, que preside Claudia Sheinbaum, instaló centros para la recepción de la invicta caridad de nuestra raza. Se reportó que en los primeros días se había conseguido obtener 30 toneladas de alimentos sólidos, agua potable embotellada y otros insumos.
Y se informó oficialmente que toda esa ayuda se había concentrado en el AIFA, desde donde había salido hacia Turquía en aviones del ejército.
Peeeeero…
La periodista Pamela Cerdeira donó de su peculio rollos de papel higiénico y bolsas arroz. Y resulta que como buena reportera que es, tuvo la ocurrencia de poner sendos chips en un paquete de papel y en una bolsa de arroz, según consigna en un video que es viral en Youtube desde hace algún tiempo.
Algunos días después, la ilustre colega se puso a investigar en dónde estaban los chips que había instalado, e hizo un descubrimiento insólito.
Resulta que el papel higiénico no estaba en Turquía, como había presumido el Gobierno de la CdMx, sino en un local de un mercado de Tacuba, en donde estaba a la venta al público, y el arroz permanecía en un banco de alimentos de un diputado, cuyo nombre no consigna, pero que seguramente milita en las filas del partido Morena.
Ese es el destino de la caridad popular, que la Cuarta Transformación termina desviando para hacer un negocio realmente inmoral.
Sí, no son como los de antes, ¡son mucho peores!
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