Arturo Reyes Isidoro / Concluye mayo. El lunes próximo, 5 de junio, empezará a definirse el final que decidirá la candidatura de Morena a la presidencia de la república, y, en forma colateral, a la gubernatura del estado.
Esto es, independientemente de lo quiera o piense el presidente, la decisión será compartida, necesariamente, con el candidato presidencial.
Ha sido una práctica que el futuro nuevo presidente decida con quiénes quiere gobernar, a quienes quiere tener como gobernadores, en el Senado y en la Cámara de Diputados, y sea quien palomee las listas de candidatos.
Sí, tendrá que correrle la cortesía al presidente saliente, en este caso a López Obrador, de informarle qué decisiones piensa tomar y preguntarle si quiere recomendarle a alguien, pero, eso creo, no más.
Luego de la elección el próximo domingo en el Estado de México y en Coahuila se irá clarificando también el posible rumbo que, dentro de Morena, tomará la definición de la candidatura al gobierno del estado.
Por las pláticas que he tenido con quienes me aseguran que se han reunido con ella, percibo que del lado oficial harán todo, lo que se dice todo, por imponer a la señora Rocío Nahle como candidata guinda.
O sea, tratarán de cumplirle un capricho al presidente, nada más por eso, porque, me lo dicen muy en corto, una buena mayoría adentro del gobierno cuitlahuista no la quiere y creo que la mayoría de los veracruzanos tampoco.
Manuel Huerta, el delegado de los programas sociales de Bienestar es un buen termómetro que tomo para guiarme y considerar que, por lo menos hasta ahora, nada está decidido.
Esto es, hasta donde tengo conocimiento, el funcionario federal viaja con frecuencia a la Ciudad de México y se reúne con Carlos Torres Rosas, coordinador general de Programas Integrales de Desarrollo, el verdadero jefe de los súper delegados, una de las personas más cercanas al presidente, amigo, además, de su hijo Andrés, “Andy”.
Deduzco que si Manuel supiera que ya se decidió, entonces no continuaría en campaña, muy bien disfrazada con la entrega de apoyos de los programas sociales de Bienestar. Ya le hubiera dicho su amigo en el palacio nacional que no se desgastara más, en forma innecesaria.
Hasta donde sé, el delegado, al contrario, está apretando el paso con su trabajo por toda la geografía estatal y para nada piensa en el Senado. Su mira es la gubernatura.
Pero, siguiéndolo, tan pienso que no está decidido nada que la batalla interna se intensifica cada vez más, como lo demostró el hecho de que recientemente le arrimó el caballo al alcalde de Xalapa Ricardo Ahued.
Como todo, o eso creo, me pregunté por qué, si no tenía mucho que se habían reunido e incluso habían encabezado un acto juntos. Manuel fue muy cuidadoso en una declaración, pero finalmente le ganó la pasión política y le dio unos cuantos raspones.
El presidente municipal no se cansa de decir que a él no le interesa la gubernatura, pide a gritos que lo dejen trabajar como alcalde, pero no deja de estar en el centro de la atención.
En días pasados se manejó en versiones periodistas que se había pronunciado a favor de la señora Rocío Nahle. Hasta donde tengo entendido, no fue así. Lo único que dijo, que es lo mismo que ha venido repitiendo Manuel, es que no era necesaria la reforma que se pretendió porque cumple con el requisito de la residencia mínima de cinco años en Veracruz.
Eso mismo lo aclaró el delegado, pero aprovechó la oportunidad para tratar de descalificarlo como aspirante al decir, en pocas palabras, que ya concluya en un cargo, o sea, en la alcaldía, porque no lo hizo como senador ni como titular de Aduanas.
¿Por qué?, me sigo preguntando. La única explicación posible que encuentro es porque Ricardo, aunque no quiere que lo balconeen, aparece en todas las encuestas y muy bien posicionado, incluso por encima de la señora Nahle. Luego entonces, Manuel necesariamente lo ve como un obstáculo a vencer.
Pero eso mismo deja en claro que la batalla interna está ya al rojo vivo y que todos los aspirantes, cada quién a su modo, tratará de descalificar al contrario, nada que no sea normal en estas circunstancias,
Una versión que tiene el columnista, de una fuente de información política del gobierno federal, es que la zacatecana, aunque con su imagen trata de dar otra idea, no está segura que finalmente será la candidata y ha enviado a decir a Ahued que no se descarte, esto es que, si es cierta la versión, es su opción B.
¿Por qué no se sentiría segura la señora? Porque no lo estará hasta el momento en que salga el primer chorro de gasolina de la refinería de Dos Bocas, lo que los expertos aseguran que, al menos al primero de julio, dentro de 30 días, no será posible.
Irán a la encuesta, pues, si sale bien librada de su compromiso con la refinería, Nahle, Manuel, quien tiene el voto duro de Morena, el diputado federal Sergio Gutiérrez Luna, Ahued, si le piden que se inscriba, que, según tengo entendido, por iniciativa propia no lo hará, y quizá el secretario de Educación Zenyazen Escobar, que piensa que con lo que tiene le alcanza.
El próximo lunes se reunirán las “corcholatas” aspirantes presidenciales con el dirigente nacional de Morena, Mario Delgado, y de lo que ahí se decida podremos tener, quizá, el primer atisbo del rumbo que pueden tomar las cosas, tanto para el nivel nacional como para el estatal.
Percibo que en el plano nacional el presidente impondrá como candidata a Claudia Sheinbaum y soy de los que no descarta, para nada, que Marcelo Ebrard abandone Morena y se postule como candidato por Movimiento Ciudadano. Y con él, eso creo, se iría Ricardo Monreal.
En ese escenario, vendría una gran división que descuadraría todos los escenarios hasta ahora considerados.
En tanto deciden en Morena, una encuesta que conocí recientemente situaba como punteros en la oposición a Fernando Yunes Márquez, a Pepe y a Héctor Yunes y a Dante Delgado, casi todos en un empate técnico, como posibles candidatos a la gubernatura.
La cuestión principal no es quién sería finalmente el elegido sino si el resto aceptará la decisión que se tome respecto a quién será el candidato, si mantendrán la unidad y si apoyarán al que les gane.
Termina mayo e inicia junio. Nos ponemos a casi un año de la gran elección de 2024. Todos esperamos conocer al resultado de la elección en el Estado de México. Soy de los que no da por hecho la victoria de Morena. Las encuestas han medido la probabilidad, pero no el resultado de la elección.
Si finalmente gana Morena, qué duda cabe que será un gran paso del partido oficial para pensar en un triunfo electoral el próximo año, pero también cuezo aparte a Veracruz.
Cuando muchos descartan un triunfo de la oposición en el estado, se olvidan que ya en dos ocasiones, por encima de los partidos y de su dirigencia, se han alzado los ciudadanos y han derrotado al gobierno y a su partido: los veracruzanos derrotaron a Javier Duarte y al PRI y a Miguel Ángel Yunes Linares y al PAN.
Tenían todo el poder como ahora lo tiene Cuitláhuac García Jiménez y Morena, pero los veracruzanos les retiraron su voto de confianza. No veo por qué no podría suceder ahora, máxime que hay una gran inconformidad ciudadana con quienes gobiernan (es un decir).
Si los partidos de oposición y sus aspirantes no se ponen de acuerdo, los rebasará la ciudadanía. Pero el lunes, por decirlo de alguna manera, llegará la hora cero, el arranque dentro de Morena pero también en la oposición.
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