Edgar Hernández* / Una ola de protestas en contra del gobierno de Cuitláhuac García y en defensa de la República desataron organizaciones civiles, foros de mujeres, académicos -exrectores incluidos- barras de abogados, colectivos, periodistas y de manera generalizada la opinión pública veracruzana.
Voces de censura de parte de líderes de opinión, partidos políticos opositores, legisladores estatales y federales y representantes de los sectores productivos de la entidad se sumaron a la exigencia de respeto a la división de poderes violentada por el presidente López Obrador y secundada de manera tosca por el mandatario veracruzano.
Se reclama respeto y un alto a la campaña de odio desatada contra las mujeres, en particular por el linchamiento mediático contra de la Magistrada Presidenta de la Suprema Corte, Norma Piña.
Ello al igual que las agresiones desatadas de manera repetida contra los periodistas, sectores opositores de la sociedad civil a la cual se suma un localizado afán por destruir instituciones como el INAI.
El detonador del reclamo social cobra fuerza luego del inopinado plantón organizado por los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial estatales llevando como cabeza a Cuitláhuac García, frente a las instalaciones de la Suprema Corte en la ciudad de México.
La censura y reprobación unánime se crispó de dar una muestra más de su vocación de porro.
Su presencia en las puertas de la Suprema Corte de Justicia en la ciudad de México, acompañado de poco más de 10 mil burócratas obligados a ir para luego ser llevados al Estado de México para apoyar a Delfina, provocó la reprobación generalizada.
Sobre todo, luego de observar el desfile de ataúdes simbolizando el funeral de los ministros encabezados por la ministra Piña, quienes no han hecho más que defender la ley ante los abusos autoritarios de López Obrador.
La tosquedad de Cuitláhuac deja al descubierto lo que siempre se ha sabido, el populismo del mesías de Palacio Nacional, quien de manera irascible muestra su molestia por la democracia constitucional ante su empeño de gobernar sin contrapesos y con opacidad violentando la Constitución.
López Obrador es un intolerante a la democracia y los contrapesos entre los poderes que se han convertido en una piedra en su zapato.
No soporta la legalidad del Poder Judicial, al igual que la postura del Instituto Nacional de Transparencia y Acceso a la Información, herramienta que modera los excesos de poder.
Lo que quiere López Obrador -y por ello le hace segunda su mozo veracruzano- es gobernar por decreto.
Los arrebatos y desplantes del gobernador este fin de semana, sin embargo, acrecentaron la irritación ciudadana que en Veracruz se traduce en un creciente malestar.
Resultan verdaderamente inaguantables sus acciones de ilegalidad, de laxitud y permisividad a la corrupción entre los poderes que conforman su gobierno.
Ese hartazgo hoy se manifiesta en una sumatoria de protestas.
Calificado de “Cavernicola” empezó a circular ayer desde temprana hora una fotografía de Cuitláhuac García con la leyenda “¡No me representa!”.
La profusión de notas y videos a nivel nacional y estatal también se hizo manifiesta tras la agresión física a reporteros que cubrieron el plantón de la Suprema Corte.
Y ya mismo esta mañana foros de mujeres se reúnen en La Parroquia de Xalapa, para protestar por la violencia de género recrudecida este fin de semana por Cuitláhuac quien no mide la ofensa.
Inadmisible que permita a sus colaboradores encabezados por el Bola #8, desfilar con ataúdes portando las fotografías de los ministros y la figura -simulando a una muerta- de la Presidenta Magistrada Norma Piña.
Olvida el respeto a uno de los tres poderes federales que dan vida a la democracia de nuestra república y tira a la basura la lucha por la libertad y respeto al género.
Ante ello la sociedad civil organizada se suma a la marcha nacional en defensa de la Constitución programada para el próximo domingo y de manera conjunta líderes de opinión y personajes de fuerte ascendencia en la sociedad veracruzana, han hecho público su repudio a las torpes acciones del gobernante.
Hay coincidencia en que Cuitláhuac no es más que un títere de Palacio Nacional que se suma a la desesperación por el sensible desmantelamiento del poder.
Veracruz al igual que México van por la alternancia.
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo