«Prefiero no ser nada antes que traicionar al Presidente», esas palabras que parecieran de epitafio romano, las dijo nada más y nada menos que el senador Ricardo Monreal Ávila, coordinador de la bancada morenista y presidente de Junta de Coordinación Política en el mismo Senado. Con esas breves palabras, el zacatecano selló su futuro político, pero también dejó caer una pesada lápida sobre su espalda. Y es que, la desilusión de muchos de sus seguidores que habían visto en él una luz en el oscuro y fangoso ambiente en el Senado, se desvanece y apaga por completo con esa postura llena de lealtad y conveniencia política hacia el presidente López Obrador.
Resulta desolador ver cómo un legislador que había mostrado suficiente congruencia, se muta en cuestión de minutos en un fiel cancerbero que, con la correa del Ejecutivo federal, amenaza y se lanza contra la SCJN. No importa que haya votado en contra del Plan B ni que haya tenido a ratos, sensatez y equilibrio en el senado.
Ahora, Monreal se forma en la fila de legisladores abyectos que han cambiado su “primogenitura” por un simple plato de lentejas. Ni hablar, así es la política, sobre todo el hambre de poder político.
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