Cuando un periodista pone en evidencia la corrupción de los hijos del presidente López Obrador, éste, con la mano en la cintura sólo dice «son calumnias», y se acabó. El presidente no contraargumenta, no demuestra que las pruebas sean falsas, no desdice mostrando sus datos, no replica con razones, sino con furia. Una de las justificaciones más absurdas que dio sobre la riqueza inexplicable de su hijo fue: «Su esposa es rica» y asunto zanjado. Por eso, porque no tiene argumentos, pruebas, datos para refutar los reportajes sobre corrupción sobre sus hijos, López Obrador no quiere que Carlos Loret de Mola lo entreviste.
Dice el periodista en su columna de El Universal: «‘No lo quiero ver’, dijo ayer el presidente al negarse a la entrevista que le solicité. Y soltó el veneno con más ira que nunca. Sus insultos, sus calumnias, su odio contra mí. Acusaciones abusivas sin una sola prueba. Porque sabe que lo que dice de mí es mentira. Porque, en cambio, no tiene cómo contestar nuestras investigaciones.
»No quiere una entrevista porque no tiene cómo justificar tantos escándalos, porque teme quedar acorralado con preguntas: sus hermanos, sus hijos, el tráfico de influencias, los negocios al amparo del poder, el desabasto de medicamentos, los 800 mil muertos en la pandemia, la inseguridad récord, los abrazos al narco».
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