«No soy un hombre de rencores, soy un hombre feliz», dijo en alguna ocasión el presidente López Obrador. Sin embargo, el tiempo que Andrés Manuel López Obrador ha estado gobernando el país nos demuestran lo contrario. Como Pedro Páramo, el de Juan Rulfo, López Obrador es un rencor vivo. Todo aquello que le causó daño, voluntario o involuntario, en el pasado es motivo para llevar a cabo una venganza desde la Presidencia.
Por eso mismo, se esperaba que el presidente de México encabezara una embestida en contra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación después de que esta echara abajo su Plan B. Ya mandó el presidente a sus diputados para que recorten el presupuesto a la SCJN, ya mandó a Monreal para que enumere los 40 privilegios de los ministros de la Corte, hasta tener computadora propia es privilegio.
Para el día sábado 20 de mayo se está convocando a las huestes chairas para que acudan a las oficinas de la SCJN a acosar a los ministros, a lanzarles improperios, mentadas de madre y amenazas de muerte. Como lo dijimos en notas anteriores, la fiera se siente herida. ¡Cuidado con el perro!
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