Bernardo Gutiérrez Parra / Una vez resuelto el panorama electoral del 4 de junio donde la próxima gobernadora del Estado de México será la maestra Delfina Gómez y el opositor Manolo Jiménez Salinas gobernará Coahuila, el presidente López Obrador está enfocado en las elecciones del 2024 donde se disputará no sólo la presidencia de la República (candidatura que ya tiene resuelta con Claudia Sheinbaum), sino nueve gubernaturas.
La Ciudad de México, Chiapas, Guanajuato, Jalisco, Morelos, Puebla, Tabasco, Veracruz y Yucatán, serán las protagonistas. De éstas, la que le quita el sueño al tabasqueño es Veracruz; no por la poca aceptación que tienen sus corcholatitas, sino por el candidato que presentará la oposición.
Andrés Manuel sabe que ninguno de los aspirantes opositores tiene la mínima posibilidad de salir airoso frente al abanderado o abanderada de su partido. La excepción es José Francisco Yunes Zorrilla que puede convertirse en algo más que un dolor de cabeza.
El tabasqueño sabe que un sujeto como Manuel Huerta, acusado de hostigamiento y abuso sexual, nada tiene que hacer frente a la decencia y caballerosidad del peroteño. Sabe que la zacatecana Rocío Nahle será barrida en todos los sentidos por José Francisco, como la está barriendo en las encuestas ordenadas por el propio Andrés Manuel.
En la acera de enfrente, el líder nacional del PAN Marko Cortés, sabe que ninguno de los aspirantes blanquiazules tiene espolones con qué enfrentar a Pepe. Julen Rementería es su carta más fuerte, pero ha sido señalado de ultraderechista y de tener un hijo que coquetea con Morena. Patricia Lobeira es una excelente alcaldesa, pero ese simple mérito no le alcanzará para ser una candidata ganadora. Miguel Ángel y Fernando Yunez Márquez serán demolidos por las acusaciones de alterar documentación oficial. La combativa legisladora Maryjose Gamboa no está en el radar de Marko y la senadora Indira Rosales San Román, ni siquiera figurará en la terna.
El PRD jalará para donde lo lleven el PAN y el PRI. Y si Movimiento Ciudadano decide sumarse a la alianza, querrá que el abanderado sea Pepe Yunes.
Como puedes observar lector, los astros están alineados para que en la reunión que sostengan los dirigentes de esos partidos para elegir candidato a la gubernatura de Veracruz, José Yunes Zorrilla sea el ungido.
Y a eso le teme Andrés Manuel.
Pero bien pronto encontró el antídoto que no es otro que el líder nacional del PRI, Alejandro “Alito” Moreno.
Alito tiene al menos un par de denuncias por enriquecimiento inexplicable que duermen el sueño de los justos gracias a la benevolencia de López Obrador. Pero ha trascendido que en Palacio Nacional tienen bajo siete llaves audios y videos a la espera de ser utilizados “para cuando se ofrezca” y que podrían hundir sin remedio al campechano.
Ha trascendido que Andrés Manuel podría llamar a Alito para ofrecerle impunidad y olvido a cambio de que deje fuera de la candidatura a Pepe Yunes y proponga a otro aspirante en su lugar. “Con cualquier otro, la alianza tiene garantizada su derrota y Alito, que no ve con buenos ojos a Pepe Yunes, tiene la garantía de que salvará el pellejo”, me dijo un analista.
Como el trascendido no me pareció del todo fantasioso le pregunté su opinión a un joven priista que me contestó al botepronto: “Que ni se le ocurra a Alito salirnos con una jalada porque nos va a conocer encabronados y no le va a gustar. La única opción ganadora es Pepe (Yunes) le guste o no le guste al campechano”. Y repitió: “Que ni se le ocurra salirnos con una jalada”.
Mientras son peras o manzanas, Pepe Yunes sigue caminando y aglutinando a su paso a decenas y cientos de simpatizantes que se están multiplicando por miles y miles de adeptos.
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