En 2006, en plena campaña electoral, y ante la “guerra sucia” que se llevaba a cabo en contra del candidato Andrés Manuel López Obrador, apareció en un spot Elena Poniatowska; entonces tenía 73 años. La Poniatowska, como si fuera la abuelita del niño que padece bullying en la escuela, pidió, a los que le practicaban el bullying a su “nieto”, que dejaran de hacerlo. A eso se prestó la famosa escritora, a defender a López Obrador, a apoyarlo en sus mítines. Al principio del sexenio el apoyo siguió, además del regocijo de ver a su amigo ganar la presidencia. Pero, pocos años después, vino la decepción.
Un día Elena Poniatowska le mandó a decir a López Obrador: «Señor Presidente, ya párele a las mañaneras porque han provocado un hartazgo y nos tienen a todos al borde de la irritación y confrontación nacional». Quizá por ello, una vez que el Senado de la República ha decidido otorgarle la medalla “Belisario Domínguez”, la más alta distinción del Senado a un ciudadano, López Obrador ha decidido no asistir.
¿Qué excusa dio? A la pregunta de si iba a ir dijo: «No creo, porque ya no voy a esos actos porque hay muchas agresiones. Están, hablamos de que están muy enojados nuestros adversarios, entonces montan espectáculos y tengo que cuidar la investidura presidencial, porque para tener fama pueden faltarme al respeto, humillarme». Además de traidor, cobarde.
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