Por los comentarios generados, por la indignación causada ante un acto por demás indecente, pedirle a un niño un beso en la boca y luego pedirle que le chupe la lengua, desde la oficina del Dalai Lama se ha mandado una disculpa, primero para el niño que besó en la boca, y luego para toda la comunidad mundial. El comunicado señala: «Su santidad desea disculparse con el niño y su familia, así como con sus muchos amigos en todo el mundo, por el daño que sus palabras pudieran haber causado». La comunidad mundial ha calificado al líder budista como un pedófilo y han sacado a relucir los muchos casos de pedofilia entre la comunidad budista.
El mismo Dalai Lama lo ha tenido que reconocer: «Los abusos sexuales de maestros budistas no son nuevos para mí». Entonces, si ya hay antecedentes de esa práctica entre los budistas, ¿cómo es que su líder se atreve a llevar a cabo una escena como la que ocurrió frente a 120 jóvenes que se graduaban de licenciados?
Una disculpa inmediata que buscaba minimizar el acto del Premio Nobel de la Paz, fue decir: «Su Santidad suele bromear con la gente que conoce, de manera inocente y juguetona, incluso en público frente a las cámaras». ¡Pues qué bromista el señor, mejor que se meta de comediante!
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