Salvador Muñoz / Hay en muchos padres y muchas madres, el deseo interno, callado, reprimido en cantidades, de que el hijo o la hija, si bien no sean bellos como el uno o la otra, al menos sean inteligentes como el uno o la otra… en el mejor de los escenarios, hay el deseo bondadoso de los padres de que sus hijos sean mejores que ellos… en la más pura de las intenciones: que al menos les vaya mejor que a ellos…
En política pasa algo similar, pero paradójico… hay en un número de ciudadanos, el deseo de que Luis Donaldo Colosio Riojas sea el candidato a la Presidencia este 2024 en aras de continuar “el proyecto” de su padre, Luis Donaldo Colosio Murrieta.
Aquí viene lo paradójico: el proyecto inmediato de su padre era llegar a ser Presidente. Lo demás, el discurso emotivo que no lo olvidan los priistas y alguno que otro ciudadano romantizado por la política, fue eso… un bello discurso inmortalizado por el evento que enlutó a un país.
Aquí viene otra paradoja: se cree que Luis Donaldo hijo puede ser un buen Presidente porque hay la certeza de que su padre pudo haber sido un buen Presidente. Sí, buenos deseos, fe y esperanza, que mucho de eso tiene el voto ciudadano.
Sin querer o queriendo, los colosistas (los viejos y los nuevos) han atribuido al hoy alcalde de Monterrey, el ADN político de su padre por la sencilla razón de que éste decidió incursionar en la política… ¿y si Mariana Colosio Riojas igual lo hubiera hecho, tendría las mismas “cualidades” del padre que el colectivo le heredó a su hermano?
Luis Donaldo Colosio Riojas, al final, tiene cuatro puntos que hay que reconocerle:
El primero, su decisión de incursionar en la política…
El segundo, no hacerlo por el PRI…
El tercero, un apellido que políticamente le da una marca para competir…
El cuarto, llegar a donde está con trabajo, con esfuerzo, y con votos, ganados a pulso, en las urnas…
II
Aquí en Veracruz, no falta quienes quieran replicar a “Colosio” en la figura de Javier Herrera Borunda al querer atribuirle el “ADN político” de su padre, Fidel Herrera Beltrán… los fidelistas la aplican de manera simplista: si el padre fue bueno, el hijo también…
Ahora que si comparamos los cuatro puntos de Luis Donaldo con Javier, hay coincidencias…
En el primero: la decisión de incursionar en la política…
Igual en el segundo: no hacerlo por el PRI…
También en el tercero: un apellido que políticamente le da una marca para competir, al menos en Veracruz…
Pero en el cuarto, ahí torció el rabo la marrana: “llegar a donde está con trabajo, con esfuerzo, y con votos, ganados a pulso, en las urnas…”; ahí nomás no.
Y si bien hay similitud en las tres primeras, las circunstancias son tan abismales entre uno y otro que bien se podría decir que Javier tiene “cirugía plástica política” o en otras palabras, ni a “Sorullo” llega.
Comentarios