Si hay algo que en verdad haga enojar al presidente López obrador es que le digan que los cárteles del crimen organizado son los que mandan en varios estados del territorio nacional. Le hace un agudo entripado que le digan que México es un país donde se dan masacres. Y es que, aunque el Ejecutivo federal lo quiera negar, las pruebas son contundentes. El secuestro de cuatro norteamericanos en Matamoros, Tamaulipas, dos de ellos asesinados, y el surgimiento de pobladores con armas para defender su patrimonio y seguridad en Guerrero, son muestras de que la política obradorista de dar abrazos en lugar de balazos no ha funcionado.
Lo peor de todo es que, después de que el Estado mexicano, junto con sus instituciones, no pudieron dar con los asesinos de los extranjeros, el propio Cártel del Golfo los entregó etiquetándolos como asesinos confesos.
Y si usted cree que eso es lo peor, habría que analizar la postura del presidente López Obrador, ya que ha sostenido que el informe del Departamento de Estado norteamericano, es un bodrio y está hecho para mentir y calumniar. Lo cierto es que hay que esperar el coletazo contra nuestro país por parte del país de las barras y las estrellas.
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