Salvador Muñoz / Si hubo un adjetivo en nuestro México que denotara clasismo, sin duda alguna era “indio pata rajada”… hacía mucho no lo escuchaba hasta que alguien tuvo a bien (o a mal), grabar a una señora en una marcha ciudadana despotricando contra el Presidente poniéndole a su “discurso” la cereza del pastel con este “insulto”.
El clasista pretende imponer un rango superior sobre alguna persona, sea por raza, color de piel, o hasta oficio.
Hace algunos años, pocos, el clasismo lo escuché en alguna anécdota o historia de alguien que tuvo una confrontación o disputa vehicular… el varón le gritó a la señora: “Tenías que ser mujer!” y ésta le respondió: “Tenías que ser taxista!”
Antes de este clasismo por oficio, no podemos dejar de lado al albañil que estoy seguro, mucho daño se creó en su entorno por películas ochenteras que fueron moldeando en el imaginario del colectivo, cómo tenía que ser un albañil. Conocí y conozco a muchos señores dedicados a este oficio que no correspondían a la figura que alguna vez se creó con Alfonso Zayas y Luis de Alba… es claro que a veces en la actuación se tiende a exagerar para acentuar los rasgos del personaje, como pasó con los homosexuales en el celuloide, donde el “Joteo” dictó cátedra del comportamiento gay… o siendo más precisos: “Nosotros los pobres” y el tonito cantadito de los protagonistas…
Pero volviendo a la anécdota o historias de conflictos vehiculares, cierta ocasión dos amigos míos, pero que no se conocen entre sí, tuvieron un contratiempo en la glorieta de la Araucaria por la cesión del paso… el varón bajó la ventanilla y gritó a la mujer. Ésta, al percatarse en el tono de su voz, le dijo algo así como “Choto!” o “Puto!”
Por azares de la vida, ambos, por separado, me contaron ese día su desencuentro… hora, carros, historia, coincidían… yo, a las risas por dentro. Sí, mi amigo es homosexual, ¡pero mi amiga también lo era! No obstante, su enojo la hizo emplear este adjetivo contra mi amigo porque sabía que lo podía ofender. No creo que entre al asunto del clasismo, pero es una anécdota curiosa.
Confirmo: el clasismo pretende ver inferior a un sector de la sociedad por no contar, de acuerdo a la visión de cada persona, con ciertos atributos o privilegios que suponen ellos tener y los otros, sus caracteres son de poca valía…
Los tiempos han cambiado… y con la Cuarta Transformación más… El Presidente López Obrador hizo lo increíble: volteó el sentido del clasismo con valores morales. Los pobres concentrados en El Pueblo, son buenos y sabios; la clase media, “egoísta, clasista, racista y ladina” y a veces peor que los que tienen más dinero, es decir: “mezquina”.
Así, con ese pensamiento, la clase media, la de los “aspiracionistas”, se volvió en la villana del Pueblo Bueno y Sabio… bueno, eso hasta que Claudia Sheinbaum y Marcelo Ebrard se dieron cuenta de que para el 2024 tienen que contar con el voto de ella, la vituperada, la madreada, la insultada, la vejada clase media…
Y por eso Claudia busca en Martha Debayle, el Borrego Nava, en Álvaro Cueva su participación disfrazada en la campaña de #EsElla…
Y por eso Marcelo Ebrard entra al show cómico mágico musical de los tiktoks haciendo un chiste de todo lo que hace… y yo pensaba que era deprimente “Medio Metro”…
De un modo u otro, al menos estas dos corcholatas saben que si hay un sector de la población que ha sido lastimado tanto por el Presidente como por las ramas de cuarta transformación, éste es la clase media, víctima del Clasismo Inverso de un presidente que piensa que con sus políticas públicas dadivosas puede repetir la hazaña electoral del 2018…
Saben que éstos difícilmente les darán de nuevo el voto y por ello han de operar por dos bandas: por un lado, tratar de enamorarlos… por otro, agandallarse las elecciones, como lo pretende Cuitláhuac, al menos con seguridad pública este 2024…
¡Ah! Se me olvidaba… también hay que decirlo… si bien AMLO aplica el clasismo en la clase media calificándola de “egoísta, clasista, racista, ladina y mezquina”, igual hay un sector de la población que llama a sus seguidores “chairos” con un dejo despectivo de “borregos”… ¡clasistas al final de un modo u otro!
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