Pues la magistrada, que antes andaba sola muy quitada de la pena, y que ahora, a donde quiera que vaya se hace escoltar por un séquito de guaruras (así no la encontramos en el restaurante del hotel Gamma), pidió que subieran su camionetota al patio del Parque Juárez, y si no ha sido por una pinche fuente que le estorbaba, la camioneta hubiera llegado hasta el monumento a Juárez, donde se llevaba a cabo el evento. Pobres personas, se suben a un ladrillo y se marean.
Sienten que el cargo las hace más importantes y por lo mismo se pasan por alto las normas de urbanidad y decencia. No entiende que ellas son servidoras públicas, es decir, que están para servir a los ciudadanos que pagan su sueldo en el cargo. Así que acostúmbrese, cada que aparezca por ahí la magistrada Lizbeth Aurelia, pasará escoltada por sus guaruras o arriba de su camionetota con permiso para subirse en cualquier espacio público.