Sergio González Levet / Ayer hablé del caso de la Facultad de Humanidades cerrada a piedra y lodo, pero me quedé corto. Dije:
“Llegó a la Rectoría un ‘hombre de izquierda’, según la definición del presidente AMLO, y lo primero que hizo Martín Aguilar-como sus iguales fascistas de la 4T- fue tomar una medida neoliberal: mandó a sellar las puertas, puso a policías del IPAX para que vigilaran la entrada y salida de personas, e hicieran rondines por los pasillos que antes eran de los muchachos.
“Hoy Humanidades ya no parece una escuela, sino un búnker (¿tendrá también la culpa de eso García Luna?) y quienes en ella estudiamos una carrera completa pasamos ahora por allí con la nostalgia de la juventud perdida y de la profunda libertad que gozábamos cuando no éramos libres, dicen.”
A partir de esa columna de ayer, varios amigos de la comunidad universitaria me hicieron el favor de comentarme sobre la situación por la que está pasando nuestra máxima casa de estudios.
Un académico que goza de gran prestigio (omito su nombre porque no le solicité su autorización para ponerlo) me expresó que “está ‘atrincherada’ la educación en toda la UV, no sólo en humanidades; oculta, casi oscura. Lo que bien narras para humanidades aplica para los cinco campus, que debían ser ‘abiertos’, seguros, de debate y sobre todo de generación y aplicación del conocimiento… Pero no. Tenemos una autoridad que está convirtiendo a la universidad en una institución ahistórica, sin discurso, con una autonomía centralizada y doblegada a los intereses financieros externos y no a los legales.”
Y sí, al cierre de las escuelas y los campus hay que añadir la cerrazón del equipo que controla la Rectoría con Martín Aguilar como la cabeza visible. Parece que hay la consigna de convertir a la UV en una universidad popular, siguiendo fielmente los
postulados marxistas-leninistas, como si el Rector hubiera llegado no por designación de la Junta de Gobierno sino como fruto de una insurrección popular. Muchos trasnochados revolucionarios pretenden que su sueño de vencer a la burguesía se convirtió en realidad y quieren aplicar medidas draconianas, muy al estilo de la dictadura del proletariado. Pero lo que están haciendo es generalizar un ambiente de autoridad fascista, con censuras y limitaciones a las libertades esenciales de pensamiento, expresión y credo.
Sí, la Universidad Veracruzana está cerrada a los ciudadanos en sus accesos, y quieren cerrarla al conocimiento científico y pleno en sus aulas.
En 1968 el ejército tomó la Ciudad Universitaria de la UNAM y fue un escándalo nacional. Hoy que el Rector ha mandado a tomar las escuelas por los policías del IPAX, se espera que la comunidad académica y estudiantil tenga una respuesta.
Vamos a ver qué resulta.
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