López Obrador ha perdido los estribos. Impulsivo como es, una vez que los legisladores del partido Republicano siguen empujando para que se nomine como terroristas a los grupos del narco, salió con la descabellada idea de iniciar una guerra informativa y publicitaria en la que solicitará a los hispanos que residen en los Estados Unidos, a no votar por los republicanos. Enfebrecido el presidente declaró: “Si no cambian su actitud y piensan que van a utilizar a México para sus propósitos propagandísticos, electoreros, politiqueros, nosotros vamos a llamar a que no se vote por ese partido”.
El presidente que repudia la injerencia y el intervencionismo de los Estados Unidos hacia otros países, piensa convertirse en el gran elector, piensa incidir en las elecciones de otro país, como un acto de intervencionismo puro. El legislador republicano de Texas, Dan Crenshaw ya le contestó al “héroe nacional” de México: “El presidente de México dijo hoy que haría campaña contra mí y contra cualquiera que quiera apuntar a los cárteles. Vamos. Contrólese. Debería hacer campaña contra los cárteles que ASESINAN a su propia gente, no contra los estadounidenses que quieren ayudar a erradicarlos”.
Por supuesto, López Obrador suelta ese tipo de barbaridades, porque no tiene a nadie que le ponga freno a su diarrea verbal.
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