Andrés Manuel López Obrador intentó dar un golpe constitucional al Instituto Nacional Electoral. Pero su intento de desmantelar al INE fue evitado por los diputados de oposición. Rencoroso como es, el presidente de México elaboró un Plan B para hacerse del control de las elecciones. La idea de INE del presidente es uno que esté sujeto a la presidencia, disminuyendo el presupuesto, mermando con ello la efectividad, certeza y calidad de las elecciones. El Plan B contempla además la disminución de las sanciones electorales, por lo que campañas adelantadas y recaudaciones ilícitas serán cosa de cada elección.
Los funcionarios de gobierno, presidente de la República, gobernadores, presidentes municipales y cualquiera que ostente el poder podrá hacer declaraciones sobre la contienda, sobre sus preferencias, algo que hasta hoy es sancionado, lo que implicaría una ventaja para los gobiernos de Morena en los estados donde gobierna.
A eso hay que sumar que se atenta contra el derecho a la información, pues el presupuesto de Comunicación Social de los estados y municipios se reduce considerablemente. La finalidad es acabar con los convenios a los medios de comunicación, sobre todo en estados y municipios, donde todavía hay una resistencia en contra de las acciones de este gobierno. Por estas y otras razones, sería importante asistir a la marcha del 26 de febrero y gritar: “Mi voto no se toca”.
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