Envalentonados, los pobladores de Latacunga agarraron palos y piedras y con eso lograron detener el asesinato. Enfurecidos por la violencia que ejercían los extorsionadores, los agarraron y medio muertos, luego de la golpiza que les dieron, les aventaron gasolina y les prendieron fuego ante la vista de muchos.
Las autoridades intentaron intervenir, pero los “agresores” taparon las calles con sus carros y eso impidió que las autoridades pudieran llegar. Dos horas después de la quema, la policía pudo llegar al sitio y lo único que vieron fueron los cuerpos incinerados de los extorsionadores.