En 1988 a muy pocos quedó duda que el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas ganó la presidencia de México a Carlos Salinas de Gortari; pero la presidencia se la quitaron por un fraude. Paradojas de la vida, el ejecutor de ese fraude, Manuel Bartlett hoy es un discípulo de la Cuarta Transformación. Cárdenas se rajó en 1988 y no peleó su triunfo, se conformó con una concertacesión. A Cárdenas le dieron el gobierno del Distrito Federal y el destierro para uno que otro de sus “enemigos” de los medios. En adelante, el ingeniero Cárdenas se ha convertido en una figura de adorno, un tótem de la izquierda que, por su inmovilidad, su falta de acción y sus indecisiones fue rebasado por Andrés Manuel López Obrador.
Hoy cárdenas representa muy poco, apenas el símbolo de una lucha, el símbolo del renacimiento de una izquierda que hoy busca, con ayuda de alianzas, salir de la tumba. Por ello, no extraña que Cárdenas, la figura nacional, quien fue llamado para formar parte de un colectivo que ayude a realizar un diagnóstico sobre el actual momento que vive el país y con ello sugerir acciones para construir una alternativa ciudadana para orientar el rumbo de México, haya escondido nuevamente la cabeza.
Después de que les había dicho que sí, que formaría parte de ese colectivo, el ingeniero, otra vez se rajó. ¿Por qué? «En su momento, informé a quienes me invitaron a conocer de este proyecto y a dar seguimiento a su proceso de elaboración, que, a partir de consideraciones de carácter político, no seguiría participando más», comentó. Otros dicen que en realidad tiene miedo a López Obrador, quien de entrada ya lo había considerado su adversario.
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