Bardo es una película pretenciosa desde el subtítulo: «Falsa crónica de unas cuantas verdades»; hasta pretende presumir que el director es el creador del oxímoron. Ya lo hizo en la película Birdman, a la que subtituló «o la inesperada virtud de la ignorancia». Pensó que la formulita iba a volver a impresionar a los miembros de la Academia, pero no. Bardo, después de unos cuantos minutos se vuelve pedante, onírica, o más bien una película de insomnio.
Por otro lado, Pinocho de Guillermo del Toro está nominada como mejor película animada, premio que seguramente ganará, pues la propuesta de del Toro es novedosas, impresionante, hermosa, despojada de pretensiones, aderezada con la pasión de un director auténtico.