Desde que Verónica Hernández Giadáns, la fiscal espuria, se hizo cargo de la Fiscalía de Veracruz, esta dependencia ha pasado de la pena al ridículo. Por supuesto, eso sería lo de menos, el problema real es que la Fiscalía, que en realidad se mueve al son que le toca la secretaría de Gobierno, ha servido para fines aviesos y venganzas políticas y personales. Por ello, apenas le piden que detenga a alguien que estorba para los fines de este gobierno, inventa delitos o hace montajes para simularlos. Por ejemplo, el regidor de Sayula de Alemán, Abimael Merino, les estorbaba, pues había que detenerlo con cualquier excusa.
Abimael “N” está detenido por violencia de género. El delito, desde su definición, es bastante ambiguo: «Violencia de género es la violencia física o psicológica ejercida hacía las personas del género opuesto al agresor dentro de México, generada por la falta de valores adquiridos en edad temprana». Recientemente fue detenido el hermano de la alcaldesa de Sayula de Alemán, Lorena Sánchez.
Al tipo lo detuvieron por ataques a la libertad de reunión y expresión. ¿Pues qué hizo? ¿Interrumpió una fiesta de amigos, una misa, un velorio, un novenario? No estamos defendiendo a los sujetos. Vaya usted a saber si cometieron o no algún delito. Sólo ponemos sobre la mesa los absurdos cometidos por esta Fiscalía espuria.
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