AMLO se bambolea entre Biden, Ovidio y Claudia

Andrés Manuel López Obrador FOTO: WEB
- en Opinión

Edgar Hernández* / Entre berrinches y corajes agoniza la 4T.

El que recién concluye fue un año trágico al rebasar el estado de violencia los 140 mil muertos sucedidos en los peores escenarios de violencia ¿Y lo de Ciro? ¿Y lo del ataque al penal de Ciudad Juárez?, sumados al fracaso en la pretensión de destruir al INE y acabar con la autonomía de la Suprema Corte.

No menos peor, sin embargo, el que acaba de iniciar, un 2023 que tras la aprehensión de Ovidio el pasado jueves negro, así como la abierta ruptura oficial con el Cartel de Sinaloa, adelantan el resquebrajamiento de llamado gobierno de las 101 mil mentiras.

Queda claro que lo del Chapito, el sanguinario “Ratón”, fue para complacer al patrón Joe Biden, ya en territorio nacional desde ayer, en visita relámpago a México.

A ello se suma el alcance en la Línea 3 del Metro el pasado sábado, que acabó con los sueños presidenciales de la corcholata Claudia Sheimabaum.

Son elementos que adelantan la pérdida de rumbo y timón de un desesperado e iracundo López Obrador, mismos que prevén el fin la era Morena.

Basta observar a una opinión pública adversa acompañada de reconocidos moderadores y críticos del gobierno. Basta dar una repasada a las redes sociales alejadas del aparato por más que maquillan con bots, o recoger el pulso de las clases medias, para saber hacia dónde vamos.

Y sustantivamente hacia dónde va el gobierno luego de escuchar la insensata voz presidencial en el sentido de que “ayudar a los pobres no es más que una estrategia política”.

No son muchos, son muchísimos los pasivos, que adelantan una muerte súbita de la 4T para el 2024.

Sus cruces mortuorias así lo indican.

“Dos Bocas”, el negocio de los 240 mil millones de pesos de Rocío Nahle, una cínica zacatecana quien encima quiere se le pague con la gubernatura de Veracruz, por construir una refinería que no da un litro de gasolina.

El “Tren Maya”, atorado entre fierros viejos oxidados –por más que se diga que así es el color de sus rieles- parado al encontrar terrenos pantanosos y el rechazo ecologista nacional e internacional.

Y esa calamidad llamada “Aeropuerto Felipe Ángeles”, donde hoy se sabe que nunca ha aterrizado un avión donde viaja el Peje, una terminal quebrada que rompió el record de inasistencia de pasajeros, aviones y atractivos comerciales o turísticos, todo un fiasco.

Asimismo, la historia, para desgracia no solo de quien nos gobierna sino de todos los mexicanos, es que mensualmente estamos obligados, por orden de la Casa Blanca, a recibir a 30 mil migrantes para regresarlos a sus países.

Todo acompañado de un López Obrador que festeja como logro de su gobierno que las remesas al corte de diciembre, rebasaron los 53 mil millones de pesos, una presunción que no cabe ya que solo refleja la marcha al norte de familias enteras de mexicanos, no en busca del “Sueño Americano”, sino para alejarse de la pesadilla chaira.

2023 habrá de marcar, a no dudar, nuevos derroteros en la vida pública de cara a una sociedad civil más despierta, molesta, no conforme con el dicho de López de que es el segundo presidente más popular del mundo, un mundo -su mundo- que solo existe en su mente y la de quienes le dan cuerda a cambio de jugosos salarios, compensaciones y negocios.

2023 será la antesala del todo.

Y es que mientras los morenos se preparan para el “Año de Hidalgo”, los pobres, los ricos, los no tan pobres ni tan ricos, los aspiracionistas, los clasemedieros que tanto censura el Peje y los que renunciaron a un “par de zapatitos y un pantaloncito” estamos listos para el cambio.

Los que están en las universidades nacionales y extranjeras, los viejitos que reciben la mesada pejista hasta la madre de tanta presión a cambio de un mendrugo, también listos.

La inteligencia nacional, la libre empresa, el comercio organizado y las clases sociales, también se declaran listas para exigir la rendición de cuentas con hechos, no con “Mañaneras”.

Habrá grandes líderes sociales y aspirantes presidenciales salidos de la sociedad civil en busca de partidos políticos. Ya desde ahora asoman. Serán representantes de la sociedad civil adheridos a un membrete partidista que les permita contender por la silla embrujada.

2023 habrá de ser el año clave de la participación y la movilización.

Llegó el momento de pasar lista.

De sumar a las familias a la lucha por el cambio. De Convencer al vecino de que participe. De acudir a las marchas y manifestación de conciencia. De inundar las redes con proclamas democráticas y llamados a poner fin a un régimen que nos negó medicinas, seguridad, progreso y respeto a nuestra libertades fundamentales.

Es el tiempo del cambio, ya no hay marcha atrás.

Tiempo al tiempo.

 

*Premio Nacional de Periodismo

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