La mañana de ayer sábado 7 de enero se registró un aparatoso choque de trenes de la Línea 3 del Sistema de Transporte Colectivo (STC) Metro que ha dejado como saldo preliminar una persona fallecida y más de 41 lesionados. Todo político o analista de café sabe que, si la mandamás de la Ciudad de México no maneja el asunto con sapiencia y una buena estrategia de comunicación, no sólo enfrentará problemas legales, sino que sus aspiraciones presidenciales también habrán colisionado.
Lo grave del caso es que nuevamente se pone en boca de la opinión pública el mantenimiento necesario al metro de la Ciudad de México, sobre todo por al considerar el número de percances que constantemente suceden en sus inmediaciones y que es quizá el medio de transporte más utilizado por las y los habitantes de la Ciudad de México y Área Metropolitana.
De nada sirven las promesas de que se hará una investigación minuciosa y que se buscará al o a los responsables del siniestro. Por lo pronto, las aspiraciones de Claudia Sheinbaum, quieran o no, se encuentran en stand by, y desde luego que la oposición no desaprovechará el momento para echarle más leña al fuego.
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