Quizá, porque se dio cuenta de lo que dijo, el presidente trató de suavizar su declaración: «No hay nada que compense o que se equipare con la satisfacción que produce, la dicha que produce ayudar a la gente humilde, a la gente pobre, ni todo el oro del mundo vale eso». Por supuesto, el presidente no está diciendo nada que no sepamos, desde que Morena llegó al poder ha procurado una base social nutrida con becas, apoyos y pensiones.
Para ello ha sacrificado mucho de los recursos que son enviados a los estados, pues los gobernadores de ese partido están obligados al subejercicio presupuestal, por lo que devuelven mucho del presupuesto que les dan para obra. Cuanto cinismo, considerar que la ayuda a los pobres es una «estrategia política», es decir, les da becas, apoyo y pensiones, porque le conviene. ¡Vaya caradura!