El refrán popular que se usa paremiológicamente para señalar la responsabilidad de alguien en cualquier hecho culposo en que haya tenido alguna participación, dice que: «Tanto peca el que mata la vaca como el que le ata la pata». Y si bien es cierto que el presidente López Obrador no es el que jaló el gatillo contra el periodista Ciro Gómez Leyva, el Ejecutivo federal lo ha puesto y exhibido como “vocero del conservadurismo” y, como consecuencia, los fieles seguidores del “amado protector de los desamparados”, lo tienen en la mira.
También es cierto que el presidente se ha comprometido a una investigación exhaustiva de la Fiscalía de la Ciudad de México a cargo de su fiel aprendiz Claudia Sheinbaum, y ésta a su vez le confía la misión a su súper policía, Omar García Harfuch. Sin embargo, hasta el momento no ha habido resultados concretos.
Lo que es un hecho, es que el presidente se les ha adelantado a las instituciones investigadoras y éste afirma y asegura que el ataque no vino de la 4T, ya que su gobierno no es represor. ¡Hágame usted el pinche favor!, con el presidente que se siente Sherlock Holmes.
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